Hay sin duda un impacto muy grande en la educación escolar básica debido a la crisis sanitaria. Según la Contraloría de la República, el 32% de estudiantes en 17 regiones del país no habría obtenido resultados satisfactorios con el programa Aprendo en Casa.
Si bien unos pocos colegios en nuestro país han podido retomar las clases presenciales, seguimos teniendo a la gran mayoría de estudiantes en la modalidad a distancia. Esta situación puede continuar por varios meses más y las brechas que se están produciendo serán mayores cada día. Considero que una de las vías para reducir estas brechas es la innovación educativa.
No podemos hacer frente a los cambios del mundo actual con una educación rígida donde el currículum y la cobertura curricular sean más importantes que cuánto aprenden nuestros estudiantes. La educación debe buscar nuevas rutas y dinámicas de aprendizaje, debe reinventarse de manera constante, y debe poner al estudiante siempre en el centro, tomando en cuenta sus necesidades.
En este punto, el sector privado puede ser un aliado estratégico para el sistema en su conjunto puesto que innovar en el sector público siempre es más difícil por la rigidez misma de su sistema.
Una manera efectiva de mejorar la calidad de educación es incentivar la innovación en el sector educativo. Muchas escuelas privadas vienen explorando estas nuevas rutas de aprendizaje con buenos resultados. ¿Por qué no institucionalizar y dejar de penalizar la innovación educativa? Debemos permitir que, en esta época de grandes cambios, las escuelas puedan desarrollar nuevos modelos alternativos. Esto debería ser premiado por las autoridades, quienes además deberían promover que estas innovaciones sean implementadas en todo el sistema educativo peruano.